Por Fabiola Pineda
¿El Gigante?... ¡Va, deberiamos ir! -Conteste a la propuesta de Daniel para los proyectos de este año.
Analizamos las rutas y los topos, una cosa era cierta: no teníamos el nivel. No obstante, esta era la experiencia que necesitabamos para hacer realidad esas escaladas que anhelabamos. Escalar en un lugar remoto, pasar hambre, cansancio y trabajar con cierta logística, no sonaba nada diferente a lo que vivíamos durante los viajes a la montaña; pero escalar en roca 5.12d con fluidez sería más difícil. Teníamos 5 meses para subir nuestro grado 5.11c al 5.12d!
Mucho tiempo creí que para escalar montañas altas y difíciles no era necesario escalar 5.12 pero la realidad es que esa mentalidad sólo freno algunas de nuestras ambiciones. Así fue como El Gigante se convirtio en el pretexto perfecto para entrenar y forzar nuestros límites.
-¿Por qué El Gigante?- Me preguntaron un día, cuando revisábamos los ultimos detalles de la escalada. "Porque es la pared más alta de México" respondí. Me sorprendia que a casi 9 años de la apertura de una de las vías deportivas más altas y difíciles del mundo, tuviera tan pocos ascensos y ninguno femenil mexicano. La idea de ser la primera mujer mexicana en escalar El Gigante, me animaba aun más. Logical progression (Grado VI, 5.12d, 28 largos 900m) fue la vía que elegimos, así que volamos a Chihuahua al norte de México, el 1 de abril.
Después
de 2 hrs. en avión y de 6 en autobús llegamos a Basaseachi, donde conocimos a Don Raúl, quien fue nuestro guía para alcanzar la pared. Caminamos durante 7 horas a través de arbustos y cañadas con todo el equipo en nuestras espaldas y pronto nos vimos contentos a los pies del gran Gigante. Nuestra estrategia consistía en trabajar en dos cordadas de dos integrantes, mientras
unos escalaban y fijaban cuerdas otros costaleaban las provisiones y equipo necesario para los vivacs, alternariamos los roles y así todos tendriamos cosas que hacer. La escencia del éxito en esta escalada seria el trabajo en equipo y la desición de completar la ruta para salir por la cima. Donde una camioneta nos recogeria en una terraceria cercana para llevarnos de regreso al pueblo de Basa.
Empaquetamos comida, agua, chamarras, bolsas de dormir... y sin darnos cuenta, el costal de pared estaba lleno. Maldición! La falta de experiencia y la extrema precaución nos jugaba una mala pasada, tuvimos que limitar primero el agua, -afortunadamente en esta temporada la pared disfruta de sombra la mayor parte del día-, lo segundo fue la comida y al final la ropa, que en realidad sólo era una chamarra de pluma extra. Por fin teníamos un costal de pared decente.
Al día siguiente nos levantamos temprano y ascendimos hasta la base de la pared, ubicamos la vía, dejamos el costal y escalamos los primeros 4 largos. Para sorpresa nuestra los rumores eran ciertos: las protecciones estaban muy alejadas y la incertidumbre crecía a cada metro que avanzabamos, llegamos a la reunión del 4to. largo y fijamos la última cuerda. Regresamos a descansar al CB.
Amaneció e inicio el trabajo, ascendimos por las cuerdas fijas del día anterior, nuestra poca experiencia en gran pared nos hacia avanzar lento con el costal. Sin darnos cuenta nos ganó la noche y solo habíamos avanzado 3 largos más, montamos el primer vivac a 210m. Al paso que ibamos tardariamos una eternidad y aún no llegabamos al primer 5.12d que nos aterraba.
Inició el segundo día, pronto depurariamos nuestro sistema de ascenso y avanzamos más rapido hasta alcanzar el duro y esperado 5.12d. Afortunadamente estaba bien protegido y entre Daniel, Juan y yo escalamos este largo hasta llegar a la reunión. Ese día nos arrepentimos de no haber pospuesto El
Gigante hasta que escalaramos 5.13, era demasiado tarde para eso y veníamos por todo; Adrián como era costumbre nos alegró con su buen humor mientras tendiamos las hamacas. ¡Y eso que habia luchado en una travesía con el costal!
Avanzabamos de 5 a 6 largos por día, mientras más subiamos habia más travesias difíciles de costalear y jumarear, más techos, más dificultad, incertidumbre, miedo y rife pero con un recorrido impresionante entre diedros, techos y grietas, los vivacs muy aéreos con un cielo estrellado en medio de un lugar increíble. La cuarta noche estabamos en el largo 20 con poca agua y casi sin comida, una vez más tuvimos que limitar las raciones y tirarle con todo al siguiente día para recorrer los últimos 8 largos. Nos despertamos con el primer rayo de luz y concentrados en salir ese día, nos movimos con todo...
Juan y yo llegamos a la cumbre poco antes de oscurecer (19:30), Daniel y Adrian que traian el costal fueron los ultimos, ya de noche. Llamamos por celular al Rancho San Lorenzo para que fueran por nosotros en la camioneta pero como la cumbre esta rodeada de caídas y desfiladeros, nos recomendaron pasar una noche más en la cima y caminaramos con luz de día para encontrar el sendero. Esa noche bebimos los últimos dos litros de agua que quedaban y felices pasamos una noche más, con una enorme sonrisa en el rostro por haber escalado El Gigante.
El resutado: 5 días en pared con 900m de recorrido y 28 largos, dificultad máxima 5.12d. La primera mexicana en escalar el Gigante. Y mucho, muchísimo aprendizaje en la pared más alta de México: el Gigante.