Por Daniel
Navarro
Agosto de 2013
Han pasado casi diez años desde mi primer visita a
la Cordillera Blanca, tengo un gran
aprecio por la gente de Huaraz y por sus montañas donde he encontrado la
oportunidad de mejorar como alpinista; cada año que vuelvo el sentimiento es idéntico, una especie de fascinación
mezclada con miedo y ganas de escalar.

En esta ocasión tenía ganas de volver y liberar algunos recuerdos en una Cara poco
visitada del Vallunaraju. Ya había
estado ahí y a decir verdad no la pase muy bien -por ser mi primer viaje
a estas montañas-, escalé de segundo en la cordada todo el tiempo, pase mucho frío y miedo, la falta de
experiencia y de un entrenamiento especifico se hicieron presentes en esa escalada donde terminamos la vía pero
quedamos a unos metros de la cumbre por la prisa de bajar por la ruta normal y
recuperarnos en un terreno más seguro.
Los años pasan y con ellos: cumbres, fracasos y aprendizaje; recuerdos vivos que me hacen volver a esa solitaria
pared de 500 metros e intentar forzar algunos tramos de roca verticales que sabía existían en la parte alta.
El viaje se armó y mi compañero de cordada sería
Franco Gualdi un chico de 17 años que ha evolucionando
rápidamente como alpinista y a quien entreno en el gimnasio donde trabajo. En enero escalamos el Chimborazo en 5 horas y escaló el Mckinley un par de semanas antes de llegar a Huaraz; así que no fue difícil convencerlo del proyecto en la Pared Este del
Vallunaraju con la idea de probarse en algo más técnico y continuar ganando experiencia.
Después de un ascenso rápido al nevado
Pisco para aclimatar nos embarcamos en el proyecto; para llegar a la Cara Este del Valluna tienes que
rodear la montaña, subir hacia la ruta
normal y antes de llegar a las
terrazas donde normalmente se acampa se camina horizontalmente hacia la derecha rumbo al Ocshapalca buscando el camino más
evidente en la morrena, nuestro campamento fue en un canalón de hielo que
abre paso al collado donde se encuentra la Pared Este, pasamos la noche ahí porque es más fácil
encontrar agua.


La alarma del reloj sonó y salimos a las 2 de la mañana con
la idea de movernos ligeros y rápido para bajar por la ruta normal antes de que
anocheciera, cargamos las mochilas dividiéndonos el peso: 3 litros de agua, 6 barras energéticas, una
cuerda de 60m, 4 tornillos de hielo, 2 estacas, 5 clavos diferentes y un rack de 9
levas con algunos stoppers. Escalamos el corredor de hielo y continuamos
caminando a través de una morrena hasta la base de una rampa claramente visible
a la izquierda de la pared, ahí es donde comienza la escalada real; sacamos la cuerda y
nos movimos en simultaneo en terreno más o menos fácil con tendencia a la derecha hasta llegar a una sección mas vertical. Escalé de primero buscando el camino mas obvio, la vía transcurría entre bloques
sueltos y pequeñas rampas de hielo, uniendo una serie de terrazas de roca hasta
la mitad de la pared, después se encuentran tramos más verticales con pocas
posibilidades de proteger sin embargo pude montar un par de buenas reuniones.
Mientras el día avanzaba, el mal clima se hacía
presente. Comenzó a nevar y se hizo de noche, podíamos ver a la
izquierda el collado que separa las dos cumbres del Vallunaraju y calculamos estar a unos 3 largos de la
cumbre, ya había estado ahí y en aquella ocasión salimos por ese collado a la
arista que lleva a la cumbre pero esta vez realmente estaba disfrutando el momento y continúe escalando a la derecha directamente a la cumbre con la idea
de ascender los últimos tramos más verticales -mi proyecto personal- de pronto ya no veíamos nada, las
linternas frontales solo iluminaban la neblina que nos envolvía y la nevada se hizo
más intensa, buscábamos la experiencia y la encontramos. No podíamos parar por que nos enfriábamos y escalar así se hizo complicado, yo estaba renunciando al objetivo
principal ya que no avanzamos mucho pero regresar y tratar
de salir por el collado seria más complicado porque no veíamos donde
estábamos y ya habíamos trepado un largo muy difícil.

Decidimos
vivaquear en una buena repisa y aferrarnos con la poca ropa que traíamos, pasamos la noche titiritando y temblando alternadamente, sin agua ni comida, las cosas se habían
complicado, estaba sufriendo y recordé que esto era lo que deseaba y a la
vez lo disfrutaba. Recuerdo mucho la ultima hora antes del
amanecer donde los minutos parecieron horas y nunca había sentido
tanto frío en mi vida -creo que Franco tampoco-. Con los primeros rayos de sol la temperatura aumentó, nos calentamos enredando y desenredando la
cuerda una y otra vez, estábamos bajo una pared que tenía unos 55 metros comencé a escalar buscando una línea por
donde subir, avance a través de lo que creo fue un 5.10ª/b que terminaba en
unos grandes bloques sueltos. Franco subió
y logramos un largo mas de hielo, añadimos 2 largos en una rampa de nieve azúcar y salimos caminando directo a la cumbre principal! Me
sorprendió ver una gran grieta donde otros años me paraba a tomar la foto de
cumbre... Tomamos un par de fotos y llamamos por celular a Huaraz para avisar que lo habíamos logrado; nuestro descenso fue por la ruta normal del Valluna, tuvimos que apresurarnos debido a
nuestro retraso, ya se habían movilizado algunos amigos de México y Huaraz que se habían preocupado por nosotros.

Quiero agradecer infinitamente a Milagros Castillo y Mila Palacios quienes
siempre me han apoyado en mis vistas y han estado al pendiente todos estos años.